Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38

Meses antes de su renuncia como secretario de Seguridad Pública de Tabasco el uno de julio de 2015, coincidí con Audomaro Martínez Zapata en la Quinta Grijalva, donde un grupo de periodistas habría de reunirse con el gobernador Arturo Núñez.

Antes de entrar al acuerdo matutino con su jefe, el general dialogó brevemente con los visitantes.

-Casi no se le ve- le dijo uno de los periodistas.

-Es mejor así, guardadito- respondió el entonces funcionario. No asomo la cabeza… de mi casa a la oficina y de vuelta, es la rutina.

-Sí, mejor no salga – intervine. No lo vayan a asaltar.

Zapata aguantó vara con la ironía, y se despidió de buena manera.

En ese año, Tabasco atravesaba por una severa crisis de inseguridad que, nadie sabía, se prolongaría hasta la fecha. Percepción y realidad van de la mano. La gente tiene miedo.

Durante su desempeño como funcionario estatal, al general Audomaro se le salió de control la corporación policíaca, y se incrementaron todos los índices de delincuencia, desde el robo a vehículos, secuestros, hasta homicidios. Una espiral sin tregua en el edén.

¿Cómo puede justificarse hoy que Andrés Manuel anuncie que de ganar la elección presidencial integrará a don Audomaro al equipo de seguridad de su gabinete, como parte del «Consejo Asesor para Garantizar la Paz»? Ningún tabasqueño, en su sano juicio, ni por más fanatismo que profese a la ideología de López Obrador, podría defender al General Zapata como jefe de la policía tabasqueña. Ninguno.

El Principio de Peter nos enseña que toda persona es competente hasta que alcanza su nivel de incompetencia. Entonces si el militar no pudo combatir la delincuencia en su estado, ¿qué tanto podrá aportar para frenar a los delincuentes en todo el país? A menos, claro está, que AMLO ponga a su amigo como un modelo policíaco fallido.


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