Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38


En política, como casi todo en la vida, los discursos y propósitos de los gobiernos son cíclicos.

Con el afán de gobernar sin los estorbos de una oposición recalcitrante, el ganador de una elección siempre anda dispuesto a levantar a los heridos dejados en campaña.

En 2006, Andrés Granier ondeó bandera blanca a partidos opositores, en especial al PRD.

«Une a Tabasco» fue su slogan de campaña, y sumó a su gobierno a perredistas de viejo cuño a quienes su partido, por cierto, los sometió a la hoguera del descrédito llamándoles traidores.

Al final del sexenio, la política de unidad terminó en fracaso a pie juntillas de las arcas estatales.

José Sáiz, secretario de Finanzas, decía en 2009: «No hay riesgo de bancarrota. El gobierno estatal trabaja intensamente para mantener finanzas públicas sanas y equilibradas». Todos sabemos lo ocurrido tres años más tarde.

También por aquellos días, Humberto Mayans, entonces secretario de Gobierno, hablaba de esta manera: «En la segunda parte del sexenio se trabajará en la reconstrucción del tejido social ante los problemas económicos, de inseguridad y las dificultades que han generado los fenómenos naturales». Se aventuró a plantear un compromiso: «Tabasco ha tenido un número enorme de problemas sociales y esperamos reconstruir el tejido social para que no surjan rebeliones en el Estado».

Todo falló. En el último tramo del gobierno granierista, Humberto contribuyó, paradójicamente, a la ruptura interna del PRI cuando jugueteó el proceso de selección del candidato a la Gubernatura (posición negada por el químico, compañero de infancia, casi su hermano).

Reconciliar Tabasco, como lo propone el gobernador electo Adán Augusto, parece hoy una tarea menos complicada. Morena presume en sus manos el mango de la sartén.

PRD y PRI, hoy partidos opositores, tienen poco espacio para el debate público.

Vaya, ni existen controversias en los tribunales electorales que abran espacio para el enfrentamiento político contra don Adán quien en su momento fue, por cierto, uno de los críticos más severos del químico.


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